Procedente de Alsacia, una bella región siempre en litigio entre francos y germanos, además de una fértil tierra para el cultivo de buenos vinos, Sebastien Loeb es, por el momento y por atrevido que suene, el mejor piloto de rallyes de la historia. De una frialdad casi nórdica, la escalada de Loeb en la complicada montaña de los rallyes es, cuanto menos, digna de admirar. A esto hay que sumarle su pasión por la velocidad, la cuál no sólo se ha limitado a los rallyes sino que ha tocado otros variados palos, dejándose querer por la F1, por los prototipos de Le Mans y por el embrujo del Pikes Peak. Y para el año continúa, con su participación de la mano de Citroën en el mundial de turismos.
Resumir
la vida y milagros de Sebastien Loeb resultaría sencillo poniendo
sobre la mesa todos los títulos y récords de los que el ex-gimnasta
alsaciano ha ido haciendo acopio durante las temporadas en las que ha
estado dominando de manera casi insultante el campeonato mundial de
rallyes. Pero como esos datos se pueden consultar en cualquier base
de datos, en este blog intentaremos hablar desde otra perspectiva.
Test con SEAT (¿2000?) |
La
realidad es que Sebastien Loeb, más allá de la persona, es el
triunfo de un modo de realizar las cosas. Es la victoria de, por un
lado la Federación Francesa de Automovilismo con sus magníficos
programas de ayuda para jóvenes pilotos, y por otro del
empecinamiento de una marca, Citroën, en mimar a Sebastien y
acogerlo bajo su seno. Él ha correspondido a esa gratitud cumpliendo
estricta fidelidad a los dos chevrones, salvo unos pequeños
escarceos, otorgándoles la creación y posterior desarrollo de
máquinas imbatibles. En la recopilación de méritos no podemos
dejar de lado a varias personas que han hecho mucho por la carrera
del campeón francés. Una es Dominique Heintz, su descubridor, más
tarde ouvrier y por último co-director de su equipo en el campeonato
FIA de resistencia. También Didier Auriol, quién le dió soporte
para realizar dos rallyes con un Corolla WRC y mencionar además a
Guy Fréquelin, quién le dió sucesivas oportunidades en el equipo
que dirigía, y que Sebastien nunca desperdició.
Cómo
no, capítulo aparte se merece la importante mitad siempre olvidada
de los rallyes, los copilotos. Daniel Elena, su compañero, con el
que ganó sus 9 mundiales y el mundial S1600. Un monegasco de
ascendencia gallega, que incluso se permitió realizar sus pinitos
como piloto, que formó parte de un binomio imbatible y que sin duda
alguna tiene ya su parte importante en la historia de los rallyes.
Deportivamente,
del alsaciano se pueden decir muchas cosas, pero siempre se le achacó
que no tuvo rivales. Sí que los tuvo, y corrieron mucho para
batirle, con accidentales resultados las más veces. En tres
ocasiones permitió que le disputasen un campeonato, en 2006 un
desgraciado accidente de bicicleta de montaña dejó a Grönholm sin
rival para las seis últimas carreras, y ni así. El año de su
retirada Marcus le disputó el campeonato, pero se la pegó en
Irlanda. Y en 2009 una serie de catastróficas desdichas impropias en
él (accidente en Polonia y en Grecia) permitieron a un inspirado
Mikko llegar con opciones de título al último tramo de Gran
Bretaña, pero le pudo la presión. Los
otros campeonatos los ganó antes de la carrera final, e incluso
estuvo a punto de ganar en 2003 si Citroën no lo parase para ganar
el mundial de marcas. Decisión que por cierto acató con bastante
templanza, cuando por lo general estas situaciones los grandes
campeones no las suelen tolerar.
En 2003, Colin, Seb, Carlos y Guy |
Precisamente
ese 2003 se merece un capítulo aparte, el joven Loeb fue el primer
elegido por Citroën para la primera temporada completa de la marca
francesa en el WRC y a su lado colocaron nada más y nada menos que a
Colin McRae y Carlos Sainz. Seb no se arrugó y los superó,
confirmando todas las expectativas que en él estaban puestas.
Desde
su fulgurante estreno con el Xsara WRC en el Sanremo 2001 (Panizzi
aún debe estar alerta ahora), Loeb ha ganado en todos los terrenos.
No hay rallye en el qué no haya pasado por el primer puesto del
podio ya fuese sobre nieve, gravilla, barro y su preferida, el
asfalto. La única pena, la caída del mundial del Safari, que nos ha
privado de verlo ganar en África.
Su sucesor |
Su
rallye fetiche, sin duda Alemania. Ganó todas las ediciones en las
que el rallye puntuó para el mundial, excepto una, 2011. Y es que
ese año apareció la horma de su zapato, otro Sebastien francés,
pero de Gap, que le dió más de un quebradero de cabeza. Pero Ogier
tendrá su propia entrada, que bien que se la merece...
Para terminar, un vídeo tributo de Loeb, por Antti Kalhola
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